"Y no se equivocaron los críticos. Cincuenta y cinco años después, con la garantía del tiempo transcurrido, Ramón Vázquez lo confirmaba: 'Nadie más intranquilo que Carreño en este grupo de precursores (...) Algunos artistas, una vez hallada el núcleo de sus poéticas, persisten e él hata el final, trabajando sobre deslumbrantes variaciones. Otros, siendo ellos mismos, se mueven inquietos en diferentes registros expresivos, atentos tanto a sus propias voces como a las mutaciones del mundo circundante. Carreño es un caso extremo de esta última familia.' No desestimó el pintor ninguna tendencia: desde el muralismo mexicano al neoclasicismo después, 'rafaelismo picassiano' lo llamó Manuel Altolaguirre en 1942 (similar razonamiento que luego desarrolló Guy Pérez Cisneros en 1943 y 1944); desde el expresionismo en formas y colores, hasta la abstracción después. Y ahí están todos sus vehículos de expresión: los dibujos, los gouaches, las acuarelas, los óleos y los ducos. Pero son estos últimos, los ducos, el tema central de estas notas. De modo que este estudio versa sobre una parcela muy específica en la producción plástica del pintor. Nos pareció necesario analizar los ducos y colocarlos bajo pesquisa, ya que en una obra tan extensa como la de Carreño, se pierden un poco de vista, siendo ellos de especial importancia dentro del conjunto de su obra."--Contraportada
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